The context of the global pandemic has amplified all the inequalities that feed the capital accumulation system: gender inequalities (more violence in closed-door households, more care workload for women without schools or senior centers, more harassment on online channels…); the inequalities of border regimes; inequalities in the international division of labor, among many others. At the same time, all public goods have been eroded, as shown by the state of health systems around the world. That was and it is our normality.
Faced with this situation, governments in different parts of the world promote in a variety of ways a kind of return to normality based on the coercion of bodies, on restrictions, on the continuity of impoverishment processes and on necropolitical logics.
That is why we make an internationalist call to give body, words, breath to #NormalityWasTheProblem proposing, from the specific perspectives we inhabit, reflections, questions and answers, in the form of words, audiovisual clips, photos, collages, sounds …
Upload your proposals on https://drive.google.com/drive/folders/1C8HyScMdxBkIByu-5hkQmA4ZUgiOhsYl?usp=sharing
Or send them by email to normalitywastheproblem@gmail.com
And they will be published here https://www.instagram.com/normalitywastheproblem/
Virologists have spent these last few months bent over their microscopes as they labour to identify the origin, vectors of contagion and ways to combat Covid-19. They are not there yet. But they can at least claim to have resolved many of the urgent questions and most pressing needs.
Meanwhile, activists and militants, the impoverished working classes and other unquiet critics of the status quo have been scrutinising the implacable effects of a better known but equally vaccine-less virus: capitalism.
As the pandemic has tightened its grip, it has thrown into stark relief the simmering inequalities that feed the accumulation of capital. Indeed, it has intensified them to an intolerable degree: inequalities of gender (a surge in violence behind closed doors, a ramped-up burden of care for women as schools and old people’s centres shut down, more online harassment, etc.); inequalities of frontier regimes (illegal migrants are shut out from emergency support measures); inequalities in the international division of labour (countries confront the same virus with vastly differing resources in terms of healthcare systems, material conditions of their population, etc.). And many more.
This situation, which we used to call normality, has revealed itself in its dystopian reality.
So, while governments talk about a return to normality or a new normality, we – those of us who seek an emancipatory change to this monstrous normalised reality – are throwing our thoughts, bodies and energy into forging new paradigms, alliances and practices that map the way to new horizons.
But how to translate this urgent desire into specific, down-to-earth, locally relevant measures? How can we vaccinate ourselves against capitalism on the eve of an economic crisis deeper than 2008? At a time when the forces of the far right are eager to seize on the discontent stoked by the pandemic’s material cost?
How can we avoid a return to the dangerous promises that the nation state will save us and instead forge new alliances and new forms of international cooperation?
How can we short-circuit the spaces where capital accumulation squeezes out the resources we have to live on? How can we rescue from rampant marketisationour homes, neighbourhoods, cities, towns, water, air, public spaces and natural and urban environments?
How can we protect social assets (educational systems, cultural institutions, social security systems, healthcare) and create other new goods, under common management, which can overcome the dangers afflicting “public” sectors that are increasingly falling into the claws of financial elites.
How can we break away from a financialised economy centred on accumulation and instead develop a social organisation based on the needs and desires of a decent, independent and free life?
This campaign invites everyone to put forward (in words, video, photographs, collage, sound, etc.), each from our own corners of the world and from the reality we live and see, more questions and more answers to meet the colossal challenge of our collective global demand:
#NormalityWasTheProblem
#LaNormalidadEraElProblema

El contexto de pandemia que se está viviendo globalmente ha amplificado todas las desigualdades de las que se alimenta el sistema de acumulación de capital: las desigualdades de género (más violencia en los hogares a puerta cerrada, más carga de trabajo de cuidados para las mujeres sin escuelas ni centros de mayores, más acoso en los canales on line…); las desigualdades de los regímenes de frontera; las desigualdades de la división internacional del trabajo, entre muchas otras. Al mismo tiempo se han erosionado todos los bienes públicos, como lo muestra el estado de los sistemas de salud en todo el mundo. Esa era y es nuestra normalidad.
Frente a esta situación, los gobiernos de diferentes lugares del mundo promueven de distintas maneras una suerte de vuelta a la normalidad basada en la coerción de los cuerpos, las restricciones, la continuidad de procesos de empobrecimiento y las lógicas necropolíticas.
Es por ello que hacemos una llamada internacionalista a dar cuerpo, palabras, respiración a #NormalityWastheProblem proponiendo, desde las perspectivas concretas que habitamos, reflexiones, preguntas y respuestas, en forma de palabras, de clips audiovisuales, de fotos, de collages, de sonidos… sobre la vida que queremos.
Podéis subir todas vuestras aportaciones aquí:
https://drive.google.com/drive/folders/1C8HyScMdxBkIByu-5hkQmA4ZUgiOhsYl?usp=sharing
O enviarlas a normalitywastheproblem@gmail.com
Y serán compartidas en esta cuenta https://www.instagram.com/normalitywastheproblem/
Los microscopios de los estudios de virología han trabajado duro estos últimos meses para hallar el origen, las formas de contagio y las maneras de enfrentarnos al Covid19. Aún queda camino por recorrer, pero no cabe duda de que encontrarán respuestas a buena parte de las preguntas y necesidades.
Mientras tanto, las lupas de los espacios activistas y militantes, de las clases populares empobrecidas y de los espíritus inquietos, incómodos y críticos con el status quo han observado el aumento dramático del efecto implacable de un virus previamente conocido del que aún no hemos sabido vacunarnos: el virus de un sistema económico y social incluso más letal al que identificábamos con la normalidad.
En efecto, en estos tiempos de pandemia se han visibilizado y ampliado hasta dimensiones insostenibles todas las desigualdades de las que se alimenta el sistema de acumulación de capital: las desigualdades de género (más violencia en los hogares a puerta cerrada, más carga de trabajo de cuidados para las mujeres sin escuelas ni centros de mayores, más acoso en los canales on line…); las desigualdades de los regímenes de frontera (las personas sin papeles no pueden acceder a las medidas de urgencia desplegadas por las instituciones); las desigualdes de la división internacional del trabajo (los diferentes países se enfrentan al mismo virus con muy diferentes recursos, sistemas de salud, condiciones materiales de la población…). Y muchas otras.
Eso que llamábamos normalidad se ha revelado como una auténtica distopía.
Por eso, mientras los gobiernos hablan de volver a la normalidad, o de alcanzar una nueva normalidad,las miradas, cuerpos y empeños de quienes buscamos una transformación emancipadora de esa monstruosa realidad normalizada, construimos paradigmas, alianzas y prácticas que nos orienten hacia otros horizontes.
¿Pero cómo traducir ese deseo potente en pasos concretos, aterrizados, situados? ¿Cómo vacunarnos contra los efectos de una crisis económica mayor que la del 2008 y con unas fuerzas políticas de ultraderecha que pugnan por capitalizar el malestar generado por los estragos materiales causados por la pandemia?
¿Cómo desviarnos de un regreso a las peligrosas promesas de salvación de los Estados nación para buscar nuevas alianzas y formas de cooperación de escala internacional?
¿Cómo seguir cortocircuitando los espacios de acumulación de capital a costa de nuestros recursos de vida? ¿Cómo sustraer de la mercantilización nuestras casas, barrios, ciudades, pueblos; el agua, el aire, el espacio púbblico, el medioambiente natural y urbano? ¿Cómo hacemos del cuidado una política colectiva y tranformadora que interviene en los horizontes transfronterizos?
¿Cómo sostener la posibilidad abierta de estallidos y revueltas que se han levantado en distintas latitudes contra la normalidad precaria? ¿Qué hacemos para que la distancia física no devenga aislamiento social? ¿Cómo se transforman los repertorios de acción de protesta y articulación en el confinamiento y posterior a este?
¿Cómo defender y proteger bienes públicos (sistemas educativos, instituciones culturales, sistemas de seguridad social, sistemas de salud) y crear otros nuevos, bajo regímenes de administración del común capaces de superar los peligros de sectores “públicos” cada vez más amenazados por las garras de las élites financieras?
¿Cómo salir de una economía financiarizada que pone en el centro la acumulación para articular la organización social en torno a las necesidades y deseos de unas vidas dignas, autónomas, emancipadas?
Esta campaña invita a proponer (en forma de palabras, de clips audiovisuales, de fotos, de collages, de sonidos, … ) desde nuestro específico rincón del mundo, desde la perspectiva concreta que habitamos, más preguntas y más respuestas para abonar el reto colosal de un deseo globalmente compartido:
#NormalityWasTheProblem
#LaNormalidadEraElProblema